Neti neti

Residencia de creación de Amalia Fernández, Oihane Altube, Monica Muntaner y Catherine Sardalle
del 27 de setiembre al 4 de octubre

Neti neti es un concepto del hinduismo que significa algo así como “ni esto ni aquello”. Es el método para acercarse a la comprensión de lo divino, lo absoluto, el principio de la existencia o como quiera llamársele. Dicha comprensión no solo no puede ser alcanzada por la vía intelectual, sino que precisa esquivar la lógica racional para tener lugar. Algo parecido a una epifanía…

(Antecedentes )

Mi deseo de investigar la danza viene de revisar los motivos por los que me alejé de ella hace ya muchos años. Cuando tenía 11 años vi la película “Flash Dance” y tuve la certeza de que quería ser bailarina. Sentí que yo era como la protagonista de la película y que la danza iba a darme por fin un lugar en el mundo.  No importa que la película, desde mi perspectiva actual, sea insufrible. El caso es que a mi aquello me cambió la vida y yo conecté con un motor muy poderoso que me llevó a estudiar ballet en mi Granada natal y a cambiar después la Universidad por irme a vivir a Madrid para poder seguir bailando, a pesar de que eso suponía dejar atrás todo lo conocido para mí hasta aquel momento. Yo era muy joven. Y casi todo estaba en contra. No comprendo de dónde salió esa determinación. Bailar ni siquiera era un placer para mí. Era más bien una lucha. Una sensación de que algo no encajaba. De que yo no era como el resto (siempre tuve esa dolorosa sensación en la infancia) y que había algo que no estaba a mi alcance. Y, aun así, no podía dejar de empujar en esa dirección…Luego pasaron otras cosas, me encontré con otras personas y dejé de tener esa sensación. Ser diferente se convirtió en un valor en vez de en un hándicap. Y cuando empecé a hacer mi propio trabajo, la danza (la danza que yo podía concebir en aquel entonces) me resultó muy limitada para todo lo que quería contar. O quizá no era eso exactamente. Pero empecé a apoyarme cada vez más en la palabra y en las herramientas propias del teatro. Empecé a contar historias. Aun así, creo que he estado todo este tiempo obsesionada con la coreografía y la composición: la reutilización, la repetición, la resignificación a través del cambio de contexto, la construcción y deconstrucción…un juego apasionante, que siempre me ha hecho sentir que, a pesar de todo, soy coreógrafa y bailarina en mi forma de pensar y materializar. Amo las formas. La abstracción. Las matemáticas.

(El proyecto)

Presentar esta obra supone de alguna manera, compartir su proceso de creación. No se pretende mostrar un determinado lugar de llegada, sino que las personas hagan con nosotras un recorrido. Que tod@s junt@s transitemos algo: pasemos de una lado al otro…A pesar de sentir este proyecto como un impulso muy íntimo y subjetivo, me he planteado esta investigación en el contexto de un grupo de cuatro mujeres (Catherine Sardella, Mónica Muntaner, Oihana Altube y yo) para poder entenderlo desde varios puntos de vista y también porque creo que la danza es un medio de disolver la individuación (la percepción de que cada persona es una entidad separada del resto) y que la revelación a la que podemos acceder a través de ella es mas fuerte en el contexto de un grupo. Para que exista todo el tiempo ese espacio intermedio que hace que lo valioso nunca sea exactamente esto ni aquello, tu o yo (neti neti), sino alguna otra cosa inasible de la que formamos parte (como los fideos forman parte de la sopa) y que da potencia a nuestra existencia humana. Me atrae la idea de que el cuerpo tome el centro. El cuerpo en sí no es nada. Es un recurso de aprendizaje. Es tambien una larga lista de posibilidades. Aunque te quedes quieta, las posibilidades siempre están ahí. Pienso en el cuerpo de una persona tetrapléjica. Un cuerpo inerte que cuelga de una cabeza viva. Un cuerpo que es un estorbo y a la vez una esperanza, o una memoria o un objeto del cuidado de otr@s. Pienso en el cuerpo de un bebé, donde todos los impulsos se disparan simultáneamente sin que haya posibilidad de dirigir el movimiento con alguna finalidad. ¿Sabías que lo que hace el cerebro durante los dos primeros años de vida de un ser humano no es crear conexiones sino inhibirlas? Para que podamos mover el brazo, coger un vaso de agua y llevárnoslo a la boca, el cerebro tiene que inhibir miles de movimientos. Si no fuera por eso, no sería posible hacer nada ni entender ninguna situación. Estuve atendiendo a un hombre con demencia senil durante un tiempo. Era un hombre muy inteligente y sensible, pero su cerebro había empezado a fallar. Llegué a la conclusión de que lo que le pasaba era que toda la información del exterior le llegaba al mismo nivel y con la misma intensidad. Si estábamos hablando, yo me centraba de forma natural en la conversación, pero él no podía. Para él, la conversación, el cuadro de la pared, el movimiento de mis manos al hablar, el olor a detergente de su jersey, el sabor de la aceituna que tenía en la boca, el claxon de un coche que pasaba por la calle en ese momento…todo tenía el mismo peso. Todo se entretejía y formaba una maraña ininteligible. Yo lo notaba en su mirada. Era como si estuviera en medio de un avispero…

La palabra “danza” y el verbo “bailar” me resultan un poco incómodos. Cuando digo “danza” tengo que presuponer lo que significa esa palabra para los demás según el contexto en el que la use. Porque entiendo que debe suponer cosas muy distintas para cada persona… Creo que de joven, siempre bailé como un acto de imitación de las formas de otr@s que habían bailado antes que yo. Y siempre sentí que mi esfuerzo imitativo no me proporcionaba ni alegría, ni paz, ni libertad.  Creo que a través del proceso de “neti neti” he conquistado al lado de  mis compañeras, justo eso: dar a esas palabras un contenido subjetivo muy distinto. Otro tipo de experiencia mas profunda. Ahora para mi la danza es aquella que está dentro de ti. Aquella que siempre ha estado ahí. Sacarla a la superficie es un acto de autoconocimiento muy bello… Por otro lado, hace muchos años que tengo la idea fija de los bailes de pareja. El código de cada uno de ellos. Lo que significa en cada caso. A nivel cultura pero incluso mas allá de la cultura. Cada vez que empiezo un nuevo proyecto con alguien, intento venderle la moto de aprender juntos a bailar algo, aunque sea como parte de un entrenamiento diario y por si acaso al final acaba teniendo algún sentido en la pieza final. Con Nilo Gallego (Perrita China) fue imposible. todavía me acuerdo y me río. Con Anto Rodríguez (Expografía) estuvimos aprendiendo sevillanas en un tutorial en internet, y nos apuntamos a unas clases de swing. Fue estupendo, pero al final tuvimos que dejar esas tareas secundarias porque teníamos poco tiempo y mucho que resolver con relación al proyecto. Con Juan Domínguez (“Shichimi Togarashi” y la pieza recien estrenada “Entre tú y yo”) fué complicado. Es algo que está en mis intereses, pero no en los suyos. Un día estuvimos bailando salsa y fue muy divertido. Pero cuando otro día le pedí que bailáramos otra vez, me dijo que para qué, y la verdad es que no supe qué responderle. Así que lo dejamos estar. Siempre he tenido esa inquietud, pero a la vez siempre ha ocupado un espacio residual en mis proyectos y ha acabado por diluirse una y otra vez. Y luego esta el placer de cantar. Quizá cantar es lo que mas me gusta hacer de todas las cosas que hago. El canto (canto en un coro  hace 17 años) se ha ido filtrando cada vez mas en mis piezas, hasta tal punto que he llegado a sentir que yo en realidad soy música, pero no lo sabía porque nunca he estudiado música, y supongo que no concebía que se pudiera ser algo que no has estudiado. No se puede ser medica sin haber estudiado medicina, no? O quizá si… Me interesa mucho experimentar qué ocurre cuando se danza y se canta (o se crea una banda sonora con la voz) a la vez. Que sostiene a que. Que afecta a que. Como va alternándose esa relación. Que tipo de estado produce en el intérprete. Me interesan mucho las prácticas que provoquen un desarrollo de la concentración: de la intensidad y duración de la concentración.  Tengo la intuición de que es un acierto en este momento de mi trayectoria centrar esta investigación artística en la danza como lugar que ha de significar algo para mí, y en la interacción con los infinitos tipos de música que podemos producir con la voz; En las canciones que son música, historias, y un momento determinado de la historia y la cultura, en los bailes de pareja que tanto me gustan, en las coreografías populares que cumplen la función ritual de hacernos experimentar el cuerpo colectivo, en el movimiento de un cuerpo que puede o no tener significado y que puede o no tener sentido. Y todo esto es acción y a la vez contemplación. Quiero decir que puedo estar dentro y fuera al mismo tiempo. Porque Neti Neti es una investigación práctica. No es que quiera bailar; no es que quiera pensar y hablar sobre la danza; ha sido mas bien una voluntad de profundizar en mi relación con ello.

Amalia Fernández

 

Amalia Fernández. Nací en Granada, aunque vivo y trabajo en Madrid desde hace 30 años. Me formé inicialmente en danza clásica, y luego en danza contemporanea con distintas coreógrafas (Ana Buitrago, Olga Mesa, Monica Valenciano etc) Mi trayectoria profesional ha ido de la interpretación (como miembro de la Cia. “El Bailadero-Mónica Valenciano”, durante 10 años) a la creación independiente a partir del 2005. En esta fase,  he creado piezas en solitario (Matrioshka, Kratimosha, En Construcción 1, En Construcción 2, El resistente y delicado hilo musical, Expografía,  Monstruos Musicales y Neti Neti) y en colaboración (“Shichimi Togarashi”y “entre tu y yo” con Juan Domínguez,”perrita china” con Nilo Gallego etc) También he participado en procesos de otros artistas (Cuqui Jerez, Odd Enginears, Sonia Gómez, Oscar Bueno etc) como intérprete, coach, coreógrafa, colaboradora puntual… Otra parte importante de mi trabajo está relacionado con la docencia en diversos contextos académicos y extraacadémicos, con el apoyo de instituciones públicas o privadas, y tanto para profesionales de las artes escénicas como para aficionados. En este sentido, uno de los proyectos mas importantes, ha sido «Ser o no ser un cuerpo», en colaboración con el filósofo Santiago Alba Rico,  y con el apoyo del MPECV y el Museo Reina Sofía. He colaborado varias veces como docente en el MPECV, y tambien con diversos proyectos de docencia del CA2M, del Institut del Teatre de Barcelona, y un largo etc. Canto en un coro desde el 2004, lo cual ha influido mucho en mis piezas de los últimos años.También soy profesora de yoga Iyengar, y esta relación desde hace 25 años con el yoga, ha contaminado mi visión de las prácticas artísticas y su metodología de transmisión. Me interesan mucho los procesos colectivos de estudio y creación.

Monica Muntaner. Se forma como bailarina de danza contemporánea en Barcelona. Ha trabajado como bailarina/intérprete con diferentes creadores y compañías. Codirectora artística de la Poderosa, espacio de danza dedicado a los nuevos lenguajes del cuerpo y el movimiento fundado el´año 2000 y cofundadora de los colectivos Las Santas (agrupación artística multidisciplinaria) y ARTAS (artistas asociados a la Poderosa). Bajo estas plataformas crea varios proyectos personales: “Bizarre”, “Menta in Iurmain” con textos de Rafael Ponce, “Tres encuentros”, “Space Invaders”, “Poemas de amor y cuerpo”, “Típicas”(documental),“mâe”(identidad, cuerpo, Herencia), “Antes y Después de bailar” junto a Bea Fernández, “BCN XXI (Laboratorio televisión experimental)” con Dani Miracle, “Sesiones Remotas” (instalación) y “Cuatro octavas y media” junto con Rosa Muñoz. Con 16 años de experiencia en la práctica de yoga, finaliza el 4.º año de formación de Hatha yoga en la escuela Equilibrium de bcn en el año 2019. Actualmente se encuentra en el  procesos creativo de: “neti neti” dirigido por Amalia Fernández y “La calidad de la materia”un proyecto personal que busca el espacio de fricción entre el cuerpo de danza y el cuerpo del yoga, sus dos grandes pasiones. Combina su parte artística como creadora y gestiòn del proyecto La Poderosa dando clases de danza a niños, adolescentes, entrenamientos a profesionales, y ha participado con el trabajo de cuerpo en diferentes proyectos sociales con mujeres inmigrantes, mujeres con riesgo de exclusión social y gente mayor.

Oihana Altube (Irún). Bailarina. Se forma en Danza Clásica y Danza Contemporánea entre Irún, Madrid, Salzburgo (SEAD) y Barcelona. Estudia el Master en Danza Movimiento Terapia de la UAB. Trabaja con Amalia Fernandez, Paz Rojo, Diego Gil, Jeremy Wade, Bea Fernandez, Pere Fuera etc. Su trabajo coreográfico se muestra en el Antic Teatre, Teatro Pradillo, el MACBA, La Casa Encendida, Festival GREC, el IVAM etc. Desde el 2018 trabaja junto a Javier Vaquero en el proyecto expandido Rojo pandereta. Ha sido artista residente de GRANER con su proyecto bailarinxssonorxs y artista residente 2020-21 del Centro Cultural Conde Duque, con su proyecto ARIMA.

Catherine Sardella. Trabaja en Roma con la compañía de Rossella Galluccio, y en España con Amalia Fernández, Torreznos, Tino Sehgal. Combina su actividad de performer con la de creación de piezas sonoras, de producción en cine y teatro y de docencia con niñas y niños.

 

TEXTO: RESIDENCIA EN AZALA